Declaración de Posición de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC) sobre la Naturaleza Sagrada de la Vida Humana

La Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC), una organización predominantemente hispana, centrada en la fe, basada en la Biblia y no partidista, sostiene que la naturaleza sagrada de la vida humana es un principio fundamental de nuestra fe.

La mayoria de nuestros constituyentes son provida, creyendo firmemente en el valor yla dignidad inherente otorgados a cada individuo por Dios. Esta creencia está profundamente arraigada en las enseñanzas en la Biblia Hebrea y en Nuevo Testamento, que destacan el valor intrínseco y el propósito divino de la vida humana.

En la Biblia Hebrea, la santidad de la vida humana se establece desde el principio. Génesis 1:27 dice: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (NVI). Este pasaje subraya el estatus único de los seres humanos, creados a imagen misma de Dios, dotando a cada persona de dignidad y valor inherentes. Es esta huella divina la que exige el máximo respeto y protección de toda vida humana.

Además, la santidad de la vida se refuerza en la Torá a través del mandamiento encontrado en Éxodo 20:13, «No matarás» (NVI). Esta directiva no solo prohíbe el acto de quitar una vida, sino que también subraya el valor de preservar la vida. El mandamiento sirve como una base moral, recordándonos que toda vida humana es preciosa y debe ser protegida.

En los Salmos, la naturaleza sagrada de la vida humana se celebra a través de la expresión poética. El Salmo 139:13-14 declara: «Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien» (NVI). Estos versículos reconocen la implicación íntima de Dios en la creación de cada persona, enfatizando la naturaleza milagrosa y maravillosa de la vida humana desde su mismo inicio.

El Nuevo Testamento continúa afirmando la santidad de la vida humana a través de las enseñanzas de Jesús y los apóstoles. En Mateo 5:21-22, Jesús amplía el mandamiento contra el asesinato, diciendo: «Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio» (NVI). Jesús eleva el principio al abordar las actitudes e intenciones del corazón, reforzando la idea de que respetar la vida va más allá de las acciones para abarcar nuestros pensamientos y emociones.

El apóstol Pablo, en sus cartas, también destaca la naturaleza sagrada de la vida humana. En 1 Corintios 3:16-17, escribe: «¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es» (NVI). Este pasaje enfatiza la santidad de la vida humana, trazando un paralelo entre la santidad del cuerpo físico y la presencia espiritual de Dios.

Además, en Santiago 3:9-10, se subraya la importancia de respetar la vida humana a través del poder de la palabra: «Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así» (NVI). Esta admonición nos recuerda que cada persona, creada a semejanza de Dios, merece ser tratada con honor y respeto.

La NHCLC cree firmemente que la naturaleza sagrada de la vida humana es un principio fundamental tejido a lo largo de las Escrituras de la Biblia Hebrea y el Nuevo Testamento. Desde la narrativa de la creación en Génesis hasta las enseñanzas de Jesús y los apóstoles, la Biblia afirma constantemente el valor y la dignidad divina de cada ser humano. Al reflexionar sobre estos textos sagrados, estamos llamados a mantener y proteger la santidad de la vida en todas sus formas, reconociendo la imagen divina dentro de cada persona.

En conclusión, la NHCLC sigue comprometida a promover y defender la santidad de la vida humana. Nos mantenemos unidos en la fe, guiados por las Escrituras, para abogar por la protección y el respeto de cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural.