En 1977, un músico profesional de Texas llamado Randy Brooks escribió una canción navideña inspirada en los recuerdos de su infancia, especialmente en su abuela.

Durante los siguientes dos años, Randy interpretó su canción en eventos locales. Mientras se encontraba en Lake Tahoe, conoció a una pareja de artistas cuyo vehículo se había averiado en ese pueblo turístico.

El dúo musical era inusual: él era veterinario y ella, azafata. Ambos habían dejado sus profesiones para dedicarse de lleno al mundo del espectáculo.

A la pareja le encantó la canción de Randy y le pidieron permiso para incluirla en su repertorio. Fue tan bien recibida por el público que invirtieron $2,000 en producir 600 copias para vender.

A pesar de este prometedor inicio, la canción no lograba despegar hasta que un locutor de radio en San Francisco decidió convertirse en su «campeón», promoviendo la canción con total convicción. Su apoyo marcó la diferencia.

La canción vendió de forma constante hasta alcanzar un nuevo hito en 1984, cuando una reedición llegó al puesto número uno en la lista de éxitos navideños de Billboard. Hoy en día, es un clásico que suena miles de veces cada diciembre.

Se necesitó un campeón para que la grabación de “Grandma Got Run Over By A Reindeer” de Elmo y Patsy se convirtiera en un éxito internacional.

Cuando Dios te da una idea, pídele que también te dé un campeón que te ayude a impulsarla. Y tal vez, tú puedas ser ese campeón que Dios usa para levantar a alguien más.

La Biblia dice en Proverbios 27:2:
«Alábete el extraño, y no tu propia boca; el ajeno, y no los labios tuyos.» —NVI

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