Busca lo inesperado Cuando Dios revela tesoros ocultos

En 1922, el arqueólogo Howard Carter hizo un descubrimiento extraordinario. Después de una larga investigación, Carter y su equipo hallaron la tumba de Tutankamón, el faraón egipcio de más de 3,300 años de antigüedad, conocido popularmente como el Rey Tut.

La tumba resultó ser la más completa jamás encontrada, con más de 5,000 objetos invaluables. Entre ellos se encontraba un collar adornado con piedras preciosas de oro, plata, lapislázuli, turquesa y cornalina.

Pero lo más sorprendente de esta joya era la piedra central: un brillante tono amarillo translúcido tallado en forma de escarabajo.

Cuando los científicos analizaron el collar, identificaron fácilmente todas las piedras, excepto esa gema central. Estaba hecha de un material completamente desconocido.

Diez años después, el explorador Ralph Bagnold resolvió el misterio. Durante una expedición al Gran Mar de Arena del desierto libio, a casi 800 kilómetros de Egipto, descubrió una vasta zona cubierta del mismo vidrio amarillo intenso que formaba el centro del collar.

Los estudios confirmaron que aquel vidrio había surgido cuando un meteorito impactó la tierra, y el calor extremo transformó la arena en cristal.

Nadie en el equipo de 1922 podría haber imaginado que el origen de esa piedra preciosa se encontraba en un sitio de impacto de meteorito, a cientos de kilómetros de distancia.

Así como Carter no esperaba encontrar la fuente de aquella joya en medio del desierto, Dios también puede sorprenderte con respuestas y milagros donde menos los imaginas.

Pídele a Dios que abra tus ojos espirituales para ver lo que ya ha puesto frente a ti.
A veces, las respuestas a tus oraciones ya están esperando ser descubiertas.

“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta.”
Mateo 7:7 (NVI)