Más que nunca, la conciencia sobre el cuidado personal ha aumentado y continúa marcando un cambio en nuestra sociedad, como lo demuestra el incremento de artículos publicados sobre este tema. Sin embargo, también estamos viendo una tendencia en aumento: el agotamiento (burnout), con más de la mitad de los empleados enfrentando niveles moderados a altos de este. Cualquiera sea la ocupación, desde trabajos administrativos hasta responsabilidades en el hogar, el agotamiento es una consecuencia seria del desequilibrio en la vida.
¿Qué podemos hacer al respecto? ¿Qué acciones podemos tomar para mejorar nuestra salud mental y física, y así mejorar nuestra calidad de vida mientras equilibramos las responsabilidades del trabajo y la vida?
Para comenzar, el cuidado personal abarca diversas áreas de nuestra vida:
-
Física
-
Psicológica
-
Emocional
-
Espiritual
-
Personal
-
Profesional
Física
Debemos aprender a frenar. Más importante aún, debemos aprender a hacerlo de forma constante.
Cuando Dios creó todas las cosas, modeló el acto de descansar para que Sus hijos comprendieran la importancia de tomarse tiempo para rejuvenecer y recargar energías (Gén. 2:2). No creó a la humanidad como robots que pueden seguir sin agotarse; tenemos limitaciones y debemos ser conscientes de ellas. Debemos descansar de nuestro trabajo, como Dios lo modeló. Este es un acto sagrado, ya que el mismo Dios se tomó tiempo para descansar.
Podemos incorporar el cuidado físico personal y el descanso durmiendo lo suficiente, alejándonos de los dispositivos electrónicos por un tiempo determinado, haciendo ejercicio, comiendo saludable y probando pasatiempos relajantes.
Psicológica
Lo que alimentamos en nuestra mente nos moldea y potencia nuestros pensamientos, afectando finalmente nuestros comportamientos.
“Por último, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, todo lo noble, todo lo correcto, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración. Si hay algo excelente o digno de alabanza, en eso piensen” (Fil. 4:8 NVI).
Es interesante notar cuán detallado es nuestro Creador en cada aspecto de nuestras vidas (¡realmente nos ama!), considerando cómo Su Palabra nos guía en cada una de estas áreas. Los expertos médicos nos dicen que el pensamiento positivo ayuda a manejar el estrés y reduce la ansiedad, y esto está en perfecta sintonía con la Palabra de Dios, como se muestra en la Escritura citada.
Practicar la gratitud, el pensamiento positivo, escribir un diario y ser intencionales y selectivos con lo que vemos, escuchamos y leemos son formas de practicar el cuidado psicológico.
Emocional
Aprendamos a reconocer el propósito de nuestras emociones. Cuando entendemos por qué sentimos lo que sentimos en un momento dado, hemos dado un paso importante hacia la autorregulación emocional. Esto nos permite canalizar nuestros sentimientos de manera saludable, lo cual beneficia nuestra salud mental y refleja a nuestro Señor y Salvador amoroso a través de nuestras acciones. Hacer lo contrario sería como una ciudad sin murallas (Prov. 25:28), vulnerable a ataques y en riesgo de peligro.
Técnicas de respiración profunda, ejercicio, pasatiempos divertidos, establecer límites y tener una red sólida de apoyo social contribuyen a un cuidado emocional saludable.
Espiritual
Como discípulos de Cristo, el cuidado espiritual es fundamental. La espiritualidad implica ir más allá de nosotros mismos y acercarnos al corazón de Dios y Su voluntad para nuestras vidas. Nos enfocamos en Su corazón, y los intereses de Jesús están al frente y en el centro. En un mundo lleno de “yo, yo y yo”, elegimos disminuir (Juan 3:30) y alejarnos del egocentrismo que fácilmente puede invadirnos.
“¡Aquí estoy! Estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo” (Apoc. 3:20 NVI).
Sin estar llenos de Él —la Vida— somos, en esencia, cadáveres andantes. Al responder al llamado en la puerta de nuestro corazón, permitimos que la Vida entre; nos abrimos a la intimidad con nuestro Señor, quien puede satisfacer y llenar cualquier vacío. Esto, a su vez, nos lleva al propósito y destino en Cristo.
Como todo lo valioso, debemos ser intencionales con el cuidado espiritual y mantener el fuego encendido (Lucas 12:35), cultivando nuestra relación con Dios a través de la oración (Sal. 145:18), conociéndolo a través de Su Palabra (Juan 1:1), y participando en comunidad (1 Tes. 5:11), nuestro sistema de apoyo espiritual.
Personal
¿Es fácil responder a la pregunta “¿Quién eres?” sin describir nuestra ocupación o talentos? Cuando practicamos el cuidado personal, nos tomamos el tiempo para conocer quiénes somos—nuestra identidad—más allá de títulos o percepciones externas. Vamos más profundo, descubriendo que nuestra identidad reside en Cristo (2 Cor. 5:17). Entonces se vuelve mucho más fácil responder esa pregunta. Sin este tiempo de cuidado personal, podemos ser como hojas movidas por el viento, sin dirección ni propósito, con una vida camaleónica.
El cuidado personal puede incluir tomarse el tiempo para conocernos (como creyentes, nuestro cuidado espiritual es clave aquí), establecer metas personales y cómo lograrlas, aprender nuevas habilidades, practicar el establecimiento de límites y cultivar relaciones sanas con nuestros seres queridos.
Profesional
La mayoría de nuestros días los pasamos en nuestras carreras o trabajos. A veces caemos en el trabajoholismo, sin equilibrio entre vida y trabajo, lo cual lleva al agotamiento.
Dios, en Su infinita sabiduría, nos ordenó descansar del trabajo (Éxodo 20:8–10). Él sabe cuánto puede soportar nuestro cuerpo; ¡después de todo, Él nos creó! Tenemos esta elección: escuchar y obedecer a Dios para balancear nuestras responsabilidades, o sufrir las consecuencias, como problemas de salud, fatiga emocional y menor productividad, afectando también a los demás.
Debemos ser intencionales con nuestras vidas y entender el equilibrio necesario para vivir productiva y saludablemente. Esto incluye establecer límites, dejar el trabajo en el trabajo, aprender a decir no, tomar días por enfermedad cuando sea necesario y no trabajar durante el tiempo libre.
Conclusión
Crear hábitos saludables para nuestra salud mental garantiza una forma de vida intencional que glorifica a Dios y produce resultados positivos para nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu. Mejoramos nuestra calidad de vida, convirtiéndonos en miembros útiles de la sociedad y del reino de Dios, brillando Su luz en un mundo oscuro con baterías recargadas gracias a un cuidado personal intencional y constante.