Recientemente escuché la historia de un hombre que estaba tan deprimido que decidió visitar a un psiquiatra.
Cuando el doctor le preguntó si algo había causado su depresión, el hombre respondió que dos meses antes había fallecido un primo y le había dejado una herencia de $100,000. Luego, el mes pasado, murió su tía abuela y le dejó $500,000.
El doctor, confundido, preguntó: “Con todas esas buenas noticias, ¿por qué sigues deprimido?”
El hombre contestó: “¡No lo entiende, doctor! ¡Este mes no recibí nada!”
Una actitud pesimista lo tiñe todo. Cuando ves la vida con negatividad, ves tristeza donde podría haber alegría.
Es mucho mejor decidir ser intencionalmente positivo. Cuando confías en un Dios bueno y eliges esperar Sus bendiciones, una energía nueva y alegre llena tu vida.
Un estudio a largo plazo, el famoso Harvard Study of Adult Development, siguió a 268 personas durante décadas. Los investigadores descubrieron que todos los que se identificaban como optimistas a los 25 años eran MUCHO más saludables con el paso del tiempo que los pesimistas.
¿Cuál prefieres ser tú? ¿Negativo e infeliz, o positivo y lleno de posibilidades?
La elección es verdaderamente tuya.
La Biblia dice en Proverbios 17:22:
“El corazón alegre es una buena medicina…” —NVI
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