En los últimos años, hemos sido testigos de lo impensable. Hemos visto cómo la división y el descontento sacuden los cimientos de nuestras comunidades y desafían los valores que tanto apreciamos.
Nuestra cultura se ha vuelto cada vez más polarizada, dividida por ideologías que van en contra de la Palabra de Dios. Muchos en la Iglesia se han sentido presionados a alinearse más con identidades políticas que con nuestro llamado central en Cristo.
El impacto de estos eventos desató controversia y conversaciones que afectaron profundamente a nuestra nación. Ha dividido familias, comunidades e incluso la Iglesia.
A todo esto, hemos sido testigos del auge innegable de la retórica divisiva en nuestro discurso político. Con demasiada frecuencia, el Burro y el Elefante luchan por ser las fuerzas definitivas en nuestras vidas, y muchos en la Iglesia han cedido a esa tentación.
Vivimos en una cultura de cancelación que silencia el discurso genuino a favor de cámaras de eco y relativismo moral. Nuestro mundo está cada vez más caracterizado por una ideología radical que va en contra del Espíritu y la Palabra de Dios.
¿Cuál es el problema de fondo? Muchos de los problemas que enfrentamos —tanto en la Iglesia como en nuestra sociedad— son el resultado de nuestro olvido de que servimos al Cordero por encima de todo.
Cuando la Iglesia pierde el enfoque en servir y seguir a Jesús, nos convertimos en presa fácil para las fuerzas del mal que buscan robar, matar y destruir. Perdemos el contacto con la luz del mundo y luego nos preguntamos por qué estamos vagando en la oscuridad.
Esto está sucediendo en comunidades y familias en todo el país, y pone en peligro la seguridad y el bienestar de nuestros niños, quienes son los más impresionables y vulnerables.
Uno de los lugares donde vemos esto con mayor claridad es en nuestras escuelas, que están siendo constantemente infiltradas por ideologías «woke» y agendas radicales que les dicen a nuestros hijos que no existe tal cosa como la verdad o el género, realidades que han sostenido a la sociedad desde sus orígenes.
Estas realidades son proclamadas con firmeza y celebradas en la Biblia y la tradición cristiana.
Aún así, muchos en la Iglesia están perdiendo de vista lo cruciales que son estos fundamentos, eligiendo ignorar su responsabilidad de levantarse y crear una sociedad que cuide y proteja a nuestros niños.
Hoy necesitamos una Iglesia que se levante con el coraje, la convicción bíblica y la fuerza para enfrentar las fuerzas del mal que han corrompido nuestra sociedad, exigiendo en el nombre de Jesús que liberen su control sobre nuestros hijos y nuestra cultura.
Sabemos que ningún mal puede resistir el poder del nombre de Jesús. Sin embargo, los cristianos a menudo no tomamos esa verdad con la seriedad que Dios espera. En cambio, cedemos terreno al enemigo, pensando que es mejor callar que hablar con el poder y la unción que Dios nos ha dado.
Es hora de que eso termine. Es hora de que nos levantemos y resistamos al mal que busca derrocar el Reino de Dios establecido aquí en la Tierra. Solo entonces nuestras iglesias y nuestra nación volverán a ser la luz que brilla en un mundo de oscuridad.
Solo entonces podremos ser verdaderamente una ciudad sobre una colina.
Entiende esto: Las cosas de este mundo, los caminos de nuestra cultura, no son neutrales. No son imparciales. Están torcidos y doblados hacia la destrucción. La Palabra es clara al respecto. Y frente a toda la presión e influencia que el mundo nos impone, nuestro deber, nuestro llamado sagrado, es no conformarnos al patrón de este mundo.
En cambio, debemos ser transformados por el poder de Cristo y transformar el mundo que nos rodea a través del poder de Su nombre.
Esa es la valentía que nuestro mundo, nuestra cultura y nuestros hijos necesitan. Y gracias a Dios, nunca estamos solos. Somos ungidos y empoderados por el que ya ha terminado la obra.
Ese es el lugar donde deben estar nuestros ojos. Los Elefantes y los Burros pasarán. Sus promesas no pueden ni satisfarán. Por eso debemos, una vez más, entregarnos completamente al Cordero.
Por Rev. Samuel Rodríguez
Es el pastor principal de New Season, una de las megasiglesias más influyentes de Estados Unidos, y presidente de la Conferencia Nacional de Liderazgo Cristiano Hispano (NHCLC), que representa a millones de cristianos en todo el mundo.
Rodríguez ha asesorado a tres presidentes de Estados Unidos y es el primer latino en participar en varias ceremonias de inauguración presidencial. También es autor de 12 libros best-sellers y productor de 7 películas de fe, incluyendo Breakthrough, Flamin’ Hot, y Dream King.
El Rev. Rodríguez ha sido reconocido por CNN, Fox News, The New York Times, Time Magazine, Univisión, Telemundo y NBC como el líder cristiano hispano más influyente de Estados Unidos. Sobre todo, está dedicado a magnificar el nombre de Jesús en cada aspecto de su ministerio y vida, dando a Dios toda la gloria por su influencia e impacto.
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